Psicología Granada

¿Qué significa tener un trastorno mental?

Los problemas de salud mental están cada vez más a la orden del día y cuando nos diagnostican un trastorno mental a nosotros mismos o a alguien de nuestro entorno puede resultar impactante y es muy común que caigamos en algunos mitos y estigmas.
Es fácil que cuando alguien recibe un diagnóstico de algún problema psicológico se sienta enfermo, loco, incapaz, que esto va a ser así de por vida, que puede perder el control, etc., pero NADA MÁS LEJOS DE LA REALIDAD.

Recibir un diagnóstico solo implica que un profesional de la salud mental ha detectado que existen en una persona una serie de comportamientos, emociones, sensaciones o pensamientos que le están afectando significativamente y que están condicionando o limitando su vida diaria.  Se considera problema psicológico cuando lo que hacemos, pensamos, decimos y sentimos nos supone problemas para adaptarnos a nuestro entorno y a nuestra vida.

Una etiqueta diagnóstica solo es un nombre que lo ponemos los profesionales para simplificar y describir un conjunto de comportamientos y emociones que están afectando a la vida de alguien. Es cierto que ese repertorio de cosas que hacemos, pensamos, decimos y sentimos puede ser muy limitante y puede dificultar el día a día de la persona e incluso impedirlo. Sin embargo, esto no quiere decir que la persona no sea capaz de salir de ahí ni que tenga un cerebro enfermo.


Todo lo que hacemos, pensamos, decimos y sentimos ocurre porque existen variables que disparan y mantienen ese repertorio. Es decir, cuando ese repertorio que supone un problema psicológico inicia, es porque existen variables que lo disparan y lo mantiene, por lo que para modificar ese repertorio y que ya no haya ningún problema psicológico, tenemos que detectar y modificar esas variables que están disparando y manteniendo el problema. De esta forma, lo que hacemos, pensamos, decimos y sentimos cambiará y la persona volverá a sentirse bien y a funcionar mejor en su vida.

Vamos a entenderlo con un ejemplo. Eva es una chica de 21 años, que ha sido siempre una chica muy aplicada y responsable, ha sacado muy buenas notas y aunque, el estudio en los últimos años le supuso bastante nerviosismo y malos rato, consiguió entrar a Medicina. En el primer año, para su sorpresa, comenzó a suspender a pesar de esforzarse. En ese momento, sintió mucho malestar, tristeza y ansiedad. Tras 3 ó 4 días metida en su cama, se forzó a volver a intentarlo y estudiar más aún para las recuperaciones. Al ponerse sentía mucha ansiedad, y pensó que quizás sería mejor poner en orden su cuarto y limpiarlo para poder concentrarse mejor. La limpieza hizo que se despejara del malestar y se sintió incluso bien al ver que todo quedaba perfecto. A partir de ahí, sentía mucho malestar con todo lo relacionado con los estudios y sentía constantemente la necesidad de tenerlo todo impecable para ponerse estudiar y concentrarse. Tras meses sin poder estudiar, con mucha ansiedad, limpiando sobre limpio incluso afectando a sus horas de sueño y sus planes sociales, evitando algunas tareas, fue al médico y le diagnosticaron trastorno obsesivo compulsivo de limpieza. Eva no estaba ni enferma ni loca, solo que hubo una situación que le desbordó y su “mente” encontró una forma de escapar de ese problema y volver a sentirse bien consigo misma. Por supuesto, a la larga ese mecanismo solo le hizo estar peor. Para trabajar con Eva tendremos que tener en cuenta la exigencia académica, el perfeccionismo, los aprendizajes sobre su valía y los resultados académicos y por otro lado, como maneja la ansiedad, cómo se relaciona con la limpieza, exponerse a ciertas cosas y no evitarlas, etc. De esta forma influiremos sobre lo que dispara y mantiene el problema de Eva y podremos cambiarlo.

Si en la sociedad no siempre se tiene esta visión es porque rectificamos el concepto de trastorno mental y caemos en un error categorial, es decir, le atribuimos entidad propia a una palabra, un concepto, y luego pensamos que ese nombre (ej. depresión) es la causa de unos síntomas (ej. tristeza, llanto, apatía). Pero es justo al revés, no estamos tristes y no tenemos ganas de hacer nada porque tenemos depresión; si no que se dice que tengo depresión porque me invade la tristeza y me siento sin ganas de hacer nada. Te lo repito, un trastorno mental solo está describiendo unos comportamientos de una persona que tiene en base a su historia de aprendizaje y su contexto. Al igual que cualquier comportamiento, todos los problemas psicológicos son modificables.

En ITEGRA sabemos dónde está la solución, buscamos entender cuáles son esas variables que disparan y mantienen el problema psicológico para modificarlas y así, conseguir que te vuelvas a sentir bien. No dudes en ponerte en contacto con nosotros. ¡Te esperamos!

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