
El diagnóstico TEA – Trastorno del Espectro Autista Trastorno del Espectro Autista (TEA), es una etiqueta que abarca una serie de comportamientos y/o condiciones, que afectan la forma en la que las personas perciben, procesan y responden a la información. Así, se expresa de maneras muy diferentes en cada individuo, implicando una gran diversidad funcional y variabilidad en el espectro: por ejemplo, dificultad a la hora comunicarse e interactuar socialmente, la rigidez o inflexibilidad, problemas de conducta, dificultades en la motricidad, alteraciones sensoriales…
Típicamente, se ha concebido como un problema o enfermedad, como algo a cambiar y solucionar. Pero este concepto no puede estar más alejado de la realidad: que el desarrollo sea neurodiverso, es decir, diferente al de la gran mayoría de las personas (neurotípicas), no quiere decir que se tenga un trastorno o un déficit. De hecho, las distintas formas de pensar, aprender y socializar son igualmente válidas y necesarias.
Actualmente, la atención profesional reconoce este tipo de características. Sin embargo, a nivel social siguen existiendo prejuicios y barreras, dificultando la creación de espacios que respondan a las necesidades de cada persona con este diagnóstico. A menudo, se espera que adopten comportamientos neurotípicos, lo cual no solo genera frustración y estrés, sino que también invisibiliza sus verdaderas necesidades y talentos.
Recibir un diagnóstico TEA supone aceptar e integrar nuevos cambios en la forma de atender a un hijo/a o persona cercana, y esto a veces puede estar acompañado de sensaciones desagradables, como miedo o falta de control.
Además, cuando se trata de un pequeño/a, surge una pregunta entre los adultos de su entorno: ¿cómo puedo ayudar a mi hijo/a, mi sobrino/a, mi alumno/a…? Esta incertidumbre se acompaña de frustración y malestar, especialmente cuando se trata de un “quiero y no puedo, porque no sé cómo hacerlo”.
En adultos con TEA, genera gran frustración no haber recibido la atención que requerían a lo largo de su vida: sentir que nunca has encajado del todo, no saber cómo hacerlo y, al mismo tiempo, miedo a que los demás no te entiendan. Puede incluso paralizar tu vida. Si es tu caso, queremos decirte que te entendemos. Compartimos tu frustración, porque el mundo gira en torno a unos estándares concretos, y salirse de ellos parece un error propio. Pero esto no es así: tú funcionamiento es totalmente válido.
Desde una perspectiva terapéutica, es fundamental comprender que el TEA no es una enfermedad ni algo que deba «curarse», sino una forma diferente de procesar el mundo. La intervención debe centrarse en potenciar habilidades, respetar las necesidades individuales y promover la calidad de vida de la persona y su entorno. Para ello, será fundamental un trabajo terapéutico que ofrezca un proceso individualizado a través de la terapia que ha mostrado mayor evidencia científica para el TEA: el Análisis Aplicado de la Conducta (método ABA).
En ITEGRA tenemos todo esto en cuenta y nuestros profesionales especializados pueden ayudarte si tú o alguien de tu entorno está atravesando por alguna de las situaciones descritas.